Estimados amigos:
Hoy, para sorpresa mía y de todos cuantos amamos el arte sacro, venía en las páginas del Diario Información de Alicante, en la Sección Cultural, el siguiente titular: "La Concatedral de Alicante crea un museo para mostrar su patrimonio". Acompañaban al largo texto varias imágenes, dos de las cuales ilustran esta entrada en mi blog.
Por lo que se cuenta en la noticia firmada por Cristina Martínez, se han habilitado algunos espacios de la Concatedral, especialmente aquellos circundantes a la antesacristía, donde se exhibe de manera digna una amplia muestra de la orfebrería contenida en el edificio religioso. Son de especial relevancia los relicarios que el platero genovés Hércules Gargano realizara en 1601 y una colección de cálices de los siglos XVII y XVIII, los cuales son "muy interesantes" según palabras de Ramón Egío, párroco de la Catedral alicantina.
También se exhiben textiles, como el manto de la coronación pontificia de la Virgen, que vemos en la segunda imagen, así como varios elementos de la indumentaria eclesiástica. Se trata de una iniciativa plausible, pues trata de poner en valor todo un patrimonio que quedaba recluso tras las puertas del monumental templo.
Iniciativas así deberían darse en una gran cantidad de pueblos y ciudades españolas, pues el patrimonio que poseen llega a ser a veces sorprendente e inaudito. Ya reclamaba en ediciones anteriores que en Elche, mi ciudad natal y ciudad de mis investigaciones, debería también haber algún espacio dedicado a exhibir arte sacro, aunque, para mi pesar y el del resto de mis colegas, el gobierno, tendente hacia la izquierda, mira más bien poco por lo católico y dedica la mayoría de sus esfuerzos, incluidos los económicos, a preconizar el arte contemporáneo. El arte de nuestros días es algo que debemos conocer, sin duda, para tener una opinión bien formada como historiadores del arte (casi constituye un deber moral conocer las manifestaciones artísticas del siglo XX y XXI para entonces valorarlas), pero ese argumento, que suele ser esgrimido fácil y recurrentemente por las administraciones públicas que son contrarias a ciertos preceptos de la Santa Madre Iglesia (amén!), no resulta válido en aquellos casos en que la superioridad del patrimonio eclesiástico resulta más que evidente. Y Elche es un claro ejemplo de ello. No se trata de primar unas manifestaciones u otras: el secreto está en un buen equilibrio, aunque ése no es el motivo que hoy me traía de nuevo a esta nuestra página.
Y hasta aquí esta segunda entrada de hoy domingo, con crítica política incluso.
Gracias a todos aquellos que leen y escriben, también gracias a los que sólo leen. Un saludo.
Alejandro
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