viernes, 27 de septiembre de 2013

Un relicario veneciano en Elche

Estimados lectores:

Hoy os quiero presentar una pieza curiosa que me encontré hace unos años, cuando inicié una investigación sobre la ilicitana parroquia de El Salvador para mi tesis de master. Hasta ese momento no había tenido una pieza tan especial entre mis manos y el deseo de conocer más sobre todo lo que la envolvía, me llevó a recopilar algunas otras cruces similares. Aquí os adjunto el extracto sobre el relicario del Lignum Crucis que publiqué en el libro Gloria pretérita. La parroquia de El Salvador de Elche

"Pertenece a la escuela veneciana y por sus características puede datarse en el primer cuarto del siglo XIV. Responde al prototipo de cruz de altar o portátil del mencionado momento, pues presenta una tipología ya conocida de cruz gótica consistente en una cruz latina de cristal de roca, cuyo brazo inferior se alarga para dar paso al nudo, estando todos ellos engarzados por una delicada capa de plata sobredorada trabajada que se adorna con motivos vegetales y otros abstractos, propios de la tradición bizantina, que tan en boga estará en la época gótica. 

 
 Vista de la cruz relicario.

Pero lo más interesante de esta cruz no son sus brazos con terminaciones flordelisadas, sino que es precisamente su cuadrón lo que mayor relevancia reviste. Por el anverso se muestra una pintura de clara raigambre gótica que representa la crucifixión de Cristo: Jesús aparece clavado en la cruz, con una proporción poco naturalista y en movimiento tenso, con tres clavos, ya muerto en una cruz en la que no se aprecia el brazo superior donde supuestamente debía ir el titulus. Completan la escena, sobre el fondo dorado propio de tal estilo y época, la Virgen María, en actitud contemplativa, mirando el rostro de su Hijo, que viste una túnica azul y un vestido en tonos marrones. A la derecha aparece San Juan, el discípulo amado, presente en todo momento en la Pasión de Jesús, imberbe, con la misma indumentaria que María, aunque rompe la sensación de estatismo al adelantar su mano derecha en claro intento de tocar el pie del Redentor. La escena se encuentra enmarcada por una orla dorada, la propia del cuadrón, que tiene motivos denteados que delimitan la pintura. En el reverso, igualmente sobre fondo dorado hay una sucesión de círculos paralelos y concéntricos (dorado-rojo-dorado-verde-dorado) dan paso al verdadero motivo de esta pieza artística: dos astillas de la Vera Cruz, formando una cruz latina, que quedan cobijadas y guardadas en este relicario. 

 Anverso del cuadrón

 Reverso del cuadrón, con la reliquia.

A continuación del brazo inferior, cuya decoración a base de lazos y cardinas remite a fuentes bizantinas, viene la manzana o nudo de la pieza, también de cristal de roca, al cual sigue una caña de plata sobredorada, con idénticos grabados a los de los brazos de la cruz, que rematará el conjunto. Carece de marcas de artífices con lo cual la atribución a tal o cual platero resulta subjetiva a la par que difícil. Lo cierto es que, según se puede comprobar, procede de la escuela veneciana y, dada su cronología, es plausible pensar que fue encargada en tal época, un momento temprano de la fábrica, para dotar precisamente a una iglesia recién fundada de un relicario digno de albergar la reliquia más preciada para un cristiano. Respecto al pie o base de la pieza cabe señalar que no se conserva el original: el que tiene actualmente es un pie circular del siglo XX, ejecutado en plata sobredorada por la casa Orrico, a tenor de la marca que aparece en la pestaña, que serviría para dar apoyo sólido a la cruz. En el pie aparecen motivos de las Armae Christi o improperios del momento de la Crucifixión y posteriores cobijados en rocallas de estilo barroco, apareciendo los tres dados sobre un cúmulo de nubes, que aluden al momento en que los soldados romanos se sortean la túnica de Cristo; en segundo lugar, hay tres clavos con los que fue crucificado el Nazareno –uno para cada mano y uno para los dos pies; por último, siguiendo la misma disposición, se encuentran un martillo y unas tenazas, símbolo del antes y el después de la crucifixión, pues el martillo se utilizó para clavar los clavos a un Cristo aún vivo mientras que las tenazas sirvieron para desclavarlo de la cruz, ya muerto. Como puede verse, este programa iconográfico, alegórico de la Crucifixión, viene a ser un perfecto colofón de esta pieza que tiene como principal cometido ensalzar y recordar la cruz donde fue muerto Cristo. Además, se han visto muchos paralelismos con algunas cruces venecianas, como la de Innichen, que conserva un pie piramidal también con escenas pintadas sobre fondo dorado, donde son representados los santos que asistían al momento de la crucifixión. Quizá pueda haber sido así el pie de esta pieza ilicitana, aunque lo cierto es que no pueden establecerse demasiadas comparaciones porque el resto de cruces que aparecen en la misma órbita tampoco lo conservan ni están documentados. También pertenecen a este grupo de cruces la del Museo Nacional de Machado de Castro (Coimbra), la del Tesoro del Duomo (Padua) y la del Museo Nacional de Arte Antiga (Lisboa)[1]. Esta pequeña pieza fue utilizada como cruz de altar y también como cruz procesional, pues así lo señala Tormo  –“cruz procesional de cristal de roca”[2]–, aunque esta idea no tiene demasiado sustento por encontrarse en la iglesia una esbelta cruz de plata realizada en 1600 por el platero genovés Hércules Gargano"
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 Cruz de Innichen.

 Cruz del Duomo (Padua)

Cruz del Museo Nacional de Arte Antiga (Lisboa)


[1] El estudio de tales piezas ha sido realizado en H. FILLITZ y G. MORELLO, Omaggio a San Marco. Tesori dall’Europa. Milán, 1994, pp. 200-203.
[2] E. TORMO, Levante. Guía de las provincias valencianas y murcianas. Mallorca, 1923, p. 296.

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