Este artículo fue publicado en:
CAÑESTRO
DONOSO, A., “El impacto de la
Contrarreforma en tierras alicantinas: 1564-1767”, El SALT. Revista
del Instituto Alicantino de Cultura Juan Gil-Albert, nº 25. Alicante:
Instituto Alicantino de Cultura “Juan Gil-Albert”, 2011, pp. 36-37. ISSN
1697-6800.
El impacto de la Contrarreforma en
tierras alicantinas:
1564-1767
Alejandro Cañestro Donoso
A mediados del siglo xvi
tendrán lugar dos acontecimientos relevantes para el posterior desarrollo
religioso de la Iglesia
en general y de la antigua Gobernación de Orihuela en particular: en primer
lugar, la celebración de 1545
a 1563 del Concilio de Trento, quizá como respuesta a
las 95 tesis de Martín Lutero o más bien como una reforma de la misma Iglesia
católica, tan dañada desde hacía varios siglos, necesitada de una actualización
y, lo que sería más importante, una adaptación de la institución religiosa a la
nueva mentalidad del hombre del siglo xvi,
lejos ya de las pretensiones medievales. Por otro lado, en 1564, y casualmente
al compás de la
Contrarreforma, nace la diócesis de Orihuela al disgregarse
de la de Cartagena, bajo el reinado de Felipe ii,
tan proclive a la reorganización del panorama eclesiástico hispánico; por
tanto, el marco geográfico de este presente texto queda definido en la diócesis
de Orihuela, casi coincidiendo plenamente con la totalidad de la provincia de
Alicante. El eje temporal se inicia de esta forma con el surgimiento de la
diócesis y finaliza con el ascenso en 1767 a la silla episcopal del primer obispo
ilustrado, D. Josef Tormo y Juliá, quien ya introduce unos ideales renovados,
que pueden verse en su personal preocupación por dotar a los pueblos de su
obispado de todo lo necesario para una vida más cómoda y confortable, sin
descuidar la faceta religiosa y pastoral.
A lo largo de veinticinco sesiones y de tres papados diferentes se
celebró en la pequeña población de Trento, en los Alpes, un concilio ecuménico
con la presencia de todos los representantes de la Iglesia Católica, con la
intención de que renaciera “la luz de la verdad católica, con el favor de
Jesucristo, que es la verdadera luz, así como el candor y la pureza, y que se
reformen las cosas que necesitan de reforma” (sesión ii). A menudo, como se indicaba anteriormente, ha surgido el
debate de la concepción del Concilio tridentino como rechazo de la Reforma luterana o como
una auténtica reforma del Cristianismo, decantándose muchos teólogos e
historiadores por esta segunda opción, pues la Iglesia de Occidente vivió
un verdadero renacer religioso, dando lugar entonces a la también llamada
Reforma católica.
Todos los acuerdos tomados por los padres de la Iglesia fueron recogidos
por escrito con una estructura muy clara y didáctica, configurada a través de
capítulos, cánones y decretos sobre la reforma, evidenciándose de esta manera
que era deseo del Concilio la renovación de los aspectos fundamentales de la
doctrina emanada de Roma. Así pues, se pusieron de manifiesto las intenciones
relativas a la reforma del Clero, especialmente con la creación de seminarios,
aunque en Orihuela no se erigirá hasta bien entrado el siglo xviii, con la rectificación de
determinadas actitudes por parte de los religiosos y con el auge de las
órdenes, que vivirán a partir de este momento un periodo de esplendor inusitado,
sobre todo los jesuitas, algo que se materializará en la erección de más y más
conventos o en la adecuación de los ya existentes, estableciéndose una
tipología para sus iglesias, que debían ser de planta de salón, la más
funcional de todas las plantas. La
Misa, que queda definida como sacrificio y sacramento por el
Concilio, también fue objeto de diversas consideraciones, propiciando su realce
que se efectuaran las ceremonias con luces, inciensos y ornamentos “con el fin
de recomendar por este medio la majestad de tan grande sacrificio y excitar los
ánimos de los fieles por estas señales visibles de religión y piedad a la
contemplación de los altísimos misterios, que están ocultos en este sacrificio”
(sesión xxii), algo que se pone en
total relación con la escenografía y la teatralidad tan del gusto del Barroco,
que podría verse justificada e iniciada en este decreto. Lógicamente, todo ello
tuvo su paralelismo en la recién creada diócesis de Orihuela, como se constata
en las próximas líneas. Además, también se regula el régimen de las visitas a
las parroquias así como los sínodos, que en esta diócesis tendrán una
correspondencia inmediata, pues en la temprana fecha de 1569, tan sólo cinco
años después de proclamar el nuevo obispado, Gregorio Gallo convoca el primer
Sínodo, al que le seguirán otros dos, en 1600 y en 1663, respectivamente, que
acusan de una manera directa y notoria el impacto de la Contrarreforma.
La puesta al día de la
Iglesia de Roma se hizo tangible asimismo en la erección de
nuevas parroquias, ya con una imagen renovada, que se propugna desde la misma
diócesis, al adaptarse ésta a las nuevas corrientes contrarreformistas. Muchos
son los templos que desde los inicios del siglo xvi,
en la llamada Prerreforma católica,
se levantan en la demarcación oriolana, pero también ocurre el fenómeno de la
adecuación de las viejas parroquias al lenguaje tridentino, que de esta forma
se ven mejoradas y completadas, en ocasiones con suntuosos complementos como
las rejas, caso de la
Catedral de Orihuela, o con nuevas portadas que incorporan ya
los ideales del Barroco, auténtico estilo de la Contrarreforma.
Si hay un templo que acusa de manera evidente los postulados
contrarreformistas es la antigua colegiata, hoy Concatedral, de San Nicolás de
Alicante, pues en ella se ponen de manifiesto los valores del nuevo estilo y la
concepción tan particular del espacio, es decir, una gran nave central con
capillas laterales y girola, imitando el modelo impuesto años antes en la Catedral de Valencia,
además de unas portadas típicas seiscentistas que ejercerán influencia en toda
la demarcación alicantina. Con todo, no queda ahí la importante aportación del
arte barroco a la diócesis oriolana, sino que, de la misma manera, a partir de
Trento se adecuan y dignifican los ajuares, viéndose renovados los tesoros
medievales, que se ven aumentados y, en ocasiones, sustituidos por otras piezas
más acordes con los gustos contrarreformistas, adquiriendo los templos unas
espléndidas piezas de plata, como la cruz parroquial de Santa María de Elche
fechada hacia mediados del xvii.
Sin duda, una gran importancia recaerá en los programas que auspicia el
Concilio de Trento, basados en tres grandes pilares. El primero de ellos es la Eucaristía, que sufrirá
una necesaria actualización y, en consecuencia, un inesperado protagonismo que
se efectuará no sólo en las ceremonias litúrgicas sino también en la promoción
y el uso del arte destinado a la exaltación de tal Sacramento, ya que sean
capillas, sagrarios, tabernáculos –caso del marmóreo templete de Santa María de
Elche, levantado en los años centrales del setecientos que recuerda las láminas
de Galli Bibiena y el templete de El Escorial– o custodias, con toda una serie
de realizaciones en este sentido con la que se demuestra el carácter
verdaderamente ejemplar con que fueron recibidas las disposiciones de Trento,
sin olvidar el capítulo de la celebración del Corpus Christi. A estos actos deben sumarse otras solemnidades que
reflejan de forma notoria el relevante papel de la devoción, que se patentiza
en la Semana Santa
y otras festividades, caso de la Santa Faz
en Alicante o de la Virgen
de Loreto en Muchamiel. También conviene tener en cuenta que, aunque el
Concilio de Trento suprime todos los actos teatrales en el interior de las
iglesias, el Misterio de Elche siguió representándose merced a una bula del
papa Urbano viii. Este Misterio se
verá asimismo seriamente influido por el movimiento contrarreformista en sus
cantos y en sus acciones dramáticas y escenográficas, que nuevamente vienen a
demostrar el carácter efectista del Barroco.
Otra de las devociones que promovió Trento fue el culto a la Virgen, como redentora, y a
los santos, desechando la creencia aniconista, pues mediante las imágenes se
podía acceder directamente a la divinidad o, lo que es lo mismo, que la
divinidad participaba de las tallas, sirviendo principalmente para orientar la
fe. Se busca un mayor realismo pero también tienen mucho que ver el teatro y
las tramoyas, pues el Barroco despliega su fantasía en un intento de mostrar un
mundo de ilusión que permita evadir la mente humana de este mundo terrenal y la
traslade a otro más metafísico. Es el momento de los retablos de orden único y
monumental, que incorporan camarines en sus edículos principales. La Contrarreforma
también propició el culto a los santos y a sus reliquias, por lo que se vive a
partir de entonces un fenómeno, con respecto a los restos materiales de los
santos, que no tiene parangón, fomentándose así la realización de relicarios,
rutas de reliquias y capillas consagradas a los santos.
Pero todo ello no debería ser considerado como una obra anónima, pues
muchos y muy reputados son los artistas que trabajan en la diócesis desde los
inicios del siglo xvi hasta el
final del episcopado de Juan Elías Gómez de Terán, último obispo
contrarreformista. No sólo arquitectos sino también escultores, pintores,
maestros rejeros y plateros, consiguiendo que el arte en la diócesis orcelitana
alcanzara verdaderos hitos. Mención aparte merecen, sin duda, los frailes arquitectos,
también presentes en esta diócesis y responsables de obras de gran envergadura.
01. Capilla
mayor y tabernáculo de la
Basílica de Santa María de Elche.
01. Fachada de la Concatedral de San
Nicolás de Alicante.
Cruz parroquial de plata de la Basílica de Santa
María de Elche.
En suma, cabe indicar que el impacto que tuvo la Contrarreforma en
tierras alicantinas, tanto al compás del surgimiento de la diócesis como en su
posterior desarrollo, fue ejemplar teniendo su repercusión más directa y
notoria en los tres sínodos convocados en menos de un siglo con el fin de
estructurar la nueva situación religiosa y su correspondiente mantenimiento,
siempre mirando a Trento e inaugurando una nueva concepción no sólo del
ceremonial litúrgico y otros aspectos eclesiásticos sino, y lo que es más
importante, también del espacio sagrado y todos sus elementos de aderezo, que
se ven renovados con este importante resalte de los cultos que tiene lugar
desde el Concilio tridentino.
No hay comentarios:
Publicar un comentario