sábado, 30 de marzo de 2013

Gloria et ars: platería y culto para la Virgen de Monserrate de Orihuela

Este artículo ha sido publicado en:

CAÑESTRO DONOSO, A., “Gloria et ars: platería y culto para la Virgen de Monserrate”, Oleza. Orihuela, 2010, pp. 22-25. D. L. A-213-2010.


 Gloria et ars: platería y culto para la Virgen de Monserrate de Orihuela.
 
Alejandro Cañestro Donoso
Licenciado en Historia del Arte y Master en Patrimonio
 
            En ocasiones resulta difícil poder calibrar la totalidad de las aportaciones que el ajuar de una determinada imagen de culto haya podido hacer a la comunidad artística, pues no en vano, muchos de ellos, se hallan mermamos por diversas circunstancias y, en otros casos, dichos ajuares no representan ni el momento artístico ni la calidad de las obras, si se atiende a otros parámetros[i]. La Virgen de Monserrate, Patrona de la ciudad de Orihuela, constituye un buen ejemplo de todo ello partiendo de la secuencia histórica de sus ajuares, pues tales colecciones patrimoniales reflejan una riqueza concreta, además de transmitir la personalidad y la finalidad de sus donantes, cuando se trata de dádivas o regalos hechos por altos eclesiásticos o miembros de la nobleza orcelitana más destacada[ii]. La imagen de la Virgen representa en su significación e importante patrimonio artístico un testimonio fundamental de la historia de Orihuela. De origen medieval[iii], esta talla sigue la tipología que ya en épocas góticas se comenzó a utilizar, pues continúa en pequeño tamaño, con el Niño en su mano izquierda y el ramo de azucenas en su derecha. No obstante, tendrá su etapa de mayor esplendor durante el momento barroco, auténtico cénit de todas las artes en el Levante español[iv], donde quedará configurada definitivamente.      
 
            Podría decirse que la talla de la Virgen de Monserrate arrastra tras de sí todo un complejo boato que, a simple vista, podría resultar difícil de desentramar al ocupar muchas parcelas de las manifestaciones artísticas. El presente texto se ocupará más concretamente de aquellas obras de platería que adornan a la Virgen. Es obligatorio comenzar por unas consideraciones generales sobre la platería cultual, pues no siempre han tenido las piezas argénteas la misma función ni ha habido la misma cantidad de obras de platería dentro del ámbito de una iglesia. ¿Y por qué la plata para estos elementos de culto? Sencillamente, porque a través de la observación directa del metal se podía entrar en contacto directo con la divinidad, es decir: con Dios. Además de que se reclamaba tal noble soporte para contener las especies más sagradas para un cristiano[v]. Según su función, puede hacerse una triple distinción: la platería para el adorno del altar, la del ornato de la imagen y la empleada en las procesiones. Lógicamente, el lugar más sagrado del recinto eclesial, la zona del presbiterio, era donde más se concentraba la ornamentación y en tal lugar la platería no podía quedarse al margen. De esa forma, la plata concebida para el adorno del altar era la candelería, el sagrario, el frontal de altar –en el caso que así fuera- y lógicamente, la custodia o manifestador. De todas las custodias que el Santuario de Monserrate hubo de tener a lo largo de los tiempos se conserva una espléndida custodia del siglo XVII (ca. 1640), con proliferación de esmaltes y formas acostilladas[vi], y otro ostensorio, pieza más discreta, de la segunda mitad del siglo XX. Por su parte, la celebración de la Misa exigió el oportuno juego de cáliz con patena y cucharita[vii], además de las correspondientes vinajeras con salvilla que incluían asimismo una campanilla[viii]. Hay determinadas piezas del ajuar litúrgico que, debido a varias circunstancias, se han ido perdiendo con el tiempo, como por ejemplo el portapaz, una especie de pequeño retablito de plata que se daba a besar a los fieles en el momento posterior a la Consagración[ix].
 
            Otro tipo de platería sería el concebido para las procesiones en las que se sacaba la imagen de la Virgen de Monserrate, de la que tenemos un ejemplo en las andas que, en 1954, la valenciana casa José Bonacho David ejecutase para la imagen.
 
            No quedaría completo este breve estudio introductorio al ajuar de platería de la Virgen de Monserrate, si no se contemplase el importante capítulo de la orfebrería dedicada al adorno de la imagen de culto. La Virgen, dada su tipología de imagen de vestir, se ha visto sumamente enriquecida por muchas aportaciones procedentes de iniciativas particulares, en forma de joyas de pecho, rostrillos, ramos y especialmente coronas. Dentro de esta última tipología destacan la corona del siglo XVIII que actualmente luce la Virgen del Rosell de Cartagena, cuya iconografía remite muy claramente a la Virgen de Monserrate (montaña, sierra y campana), la corona imperial de diario procedente de los talleres Orrico y la corona asimismo imperial, que los talleres valencianos de José Bonacho David labraran en el año 1958. Con respecto a los rostrillos y los ramos de la imagen, cabe mencionar el que fue regalado a la imagen por Ana Cano Manuel, que incluye piedras preciosas y metales nobles. Su exquisito joyero, donado por María Penalva, contiene un rico y variado repertorio de broches, gemelos, alfileres, pulseras, rosarios, insignias militares y cadenas, procedentes de otras donaciones, que acentúan aún más el carácter sagrado de la imagen de la Virgen de Monserrate.
            En suma, con este artículo hay que tener en cuenta las importantes aportaciones que los artistas plateros han ido elaborando a lo largo de los tiempos para la Virgen de Monserrate, con piezas auténticamente capitales, que en sí mismas constituyen verdaderos hitos dentro del arte de la platería, siempre para mayor gloria de la Madre de Dios.
 
 


[i] Es justo agradecer la confianza depositada en mí, así como su amabilidad y gentileza, por Antonio Luis Galiano, verdadero motivo de la realización de este breve estudio sobre el ajuar de la oriolana Virgen de Monserrate.
[ii] Pueden citarse algunos ejemplos representativos, como las cruces pectorales regaladas a la Virgen por los obispos de la Diócesis de Orihuela Félix Herrero y Pedro Mª Cubero, que aún hoy constituyen dos de los bienes más preciados dentro del ajuar de la mencionada imagen.
[iii] Los diversos autores confirman que la primitiva Virgen debió ser “una talla de transición del Románico al Gótico” y que muy posiblemente respondiese a las necesidades cultuales y devocionales de aquellos primeros cristianos que vinieron a poblar estas tierras durante la Reconquista (AA.VV., Arte e iconografía de Nuestra Señora de Monserrate en la Diócesis de Orihuela. Orihuela, 2007, p. 26). 
[iv] Este auge de las producciones artísticas no se refiere únicamente a las tallas de culto sino a todo lo que las rodea, como la platería, que en la centuria del XVIII alcanza cotas verdaderamente inauditas hasta ese momento, con grandes plateros en el Reino de Valencia y muy especialmente el obrador de la ciudad de Orihuela, donde resuenan nombres de la categoría de la saga de los Martínez, Ruvira o Caubote (AA.VV., El Barroco en tierras alicantinas. Alicante, 1997, pp. 85-146). Con todo, aún quedando pendiente por realizar el estudio sistemático que aglutine y dé cuenta de la totalidad de las aportaciones del obrador oriolano al arte de la platería, puede consultarse al respecto J. M. PENALVA y M. SIERRAS, Plateros en la Orihuela del siglo XVIII. Alicante. 2007.
[v] Este aspecto ha sido estudiado por A. CAÑESTRO DONOSO, “Algunas consideraciones sobre la platería de Elche”, El Salt, nº 15, p. 29 También del mismo autor puede ampliarse la información en el texto “Consideraciones sobre la platería barroca de la Concatedral de San Nicolás de Alicante”, en J. RIVAS CARMONA (coor.), Estudios de Platería. San Eloy 2009. Murcia, 2009, p. 207. Todo ello se pone en relación directa con la calocagaxia platónica, es decir, la posibilidad de expresar unos ideales de belleza, perfección o divinidad a través del uso de diversos complementos (puede verse al respecto A. CAÑESTRO DONOSO, “In gloriam et decorem”, Sóc per a Elig. Elche, 2008, p. 153 y J. A. FERNÁNDEZ SÁNCHEZ, La Virgen del Carmen. Arte, devoción y culto. Murcia, 2008).
[vi] Se indica que la custodia es del siglo XVIII (AA.VV., Arte e iconografía…, ob. cit., p. 160) aunque analizándola formalmente se ven características del primer Barroco hispánico.
[vii] Varios son los cálices que hoy día se conservan, destacándose tres ejemplares de los denominados Cálices Limosneros, inspirados en perfiles seiscentistas aunque cronológicamente fechados en el XVIII, y otros dos cálices dieciochescos, uno de Gregorio Caubote, oriolano, y otro que se podría adscribir al taller valenciano. Esto da idea de la varia procedencia de la platería en un templo concreto, pues en ocasiones se prefiere que la hechura de la obra de plata se encargue a algún artífice local, como el caso de Caubote o Martínez Pacheco, y otras veces se elige un reputado obrador de platería, caso del cordobés, el murciano o los más contemporáneos Orrico, Meneses y David.
[viii] Se conservan dos juegos de vinajeras y campanilla, uno del platero Comas y otro, más reciente, de la casa Meneses.
[ix] Era frecuente que en la hornacina central del portapaz se ubicase una representación de la advocación del templo para que el que iba dirigido, algo que perfectamente puede verse en el portapaz conservado en el Museo de Arte Sacro de Orihuela, cuyo edículo principal alberga una imagen de la Virgen de Monserrate. Otras piezas que ya no se utilizan en la celebración de la Misa son las sacras, tres cartelas generalmente de plata que contenían el inicio del Evangelio según San Juan, el texto del lavabo y el de la Consagración. El platero murciano Senac labra en 1927 un bello juego de sacras que aún hoy día se conserva. Un breve estudio sobre el patrimonio de platería de las iglesias puede verse en A. CAÑESTRO DONOSO, “Antiguos ajuares de platería en las iglesias de la provincia de Alicante”, El SALT, nº22. Alicante, 2010, pp. 28-31.

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